Mario Andrés Muñoz
La obscuridad ocultaba las paredes de rocas húmedas. Sobrevivía en el asfixiante espacio. Sus poderosos colmillos eran subutilizados en una dieta marina. Mataba peces y succionaba moluscos. Merodeaba, arañando las rocas, sumergiendo sus peludos brazos en el agua fría. Por dentro, lleno de tedio y nostálgico de una vida que le parecía cercana. Quería cruzar en una avanzada nocturna la barrera que lo separaba de esa vida lejana, extraña y atractiva. Debía cruzar el intrincado bosque y acercarse a la aldea. La gente formaba bulliciosos grupos, parejas unidas del brazo y niños pequeños cargados. Deseaba alejarse de su cueva y salir de esos riscos que conocía demasiado. Ansioso pero con dudas se acercó a las casas para hacer contacto. Avanzaba, con un andar pesado, en medio de los árboles. Apoyaba siempre un brazo en el suelo. En las calles llenas de grietas por el calor, solo había tres niños que a esa hora no debían estar allí. Al verlo, creyeron que era un jabalí gigante. Ansiosos recogieron piedras para espantarlo y corrieron detrás de él, creyendo que el astuto les temía. Después de fingir su huida, de unos cuantos zarpazos los hizo caer mal heridos. Se los zampó, más que por por gusto, por frustración e ira. Estaba sorprendido por lo que había ocurrido y decidió buscar otra vía. Esperó que llegara la noche y lanzó aullidos hacia el enorme valle. El terror se extendió por doquier. El Bulmonet esperaba hacer contacto con alguien que siguiera su voz. Esperó en su cueva. Un humano dispuesto a mirarlo a la cara y que fuera tan valiente como para aceptar sus formas y su naturaleza. Poco después, una turba se acercó con armas en las manos dispuesta a enfrentarlo. Frustrado y decepcionado se asomó y los observó con todo detalle. Frenéticos y aterrados lo azuzaron con palos. No los entendió. Se entregó a la multitud, que lo golpeó hasta cansarse.
¿Criatura de un errático experimento?, ¿tenaz animal antiquísimo? Llenos de espanto, lo mataron y enterraron sin descrifrar el enigma.
Como si se tratara de una especie migratoria, el Bulmonet llega sorpresivamente a la imaginación de Mario y empieza a cobrar vida. Es una obra que nos plantea el eterno problema ético del ser humano de acabar con la especies y de paso con su propia habitat. El Bulmonet solo buscaba una integración a un ecosistema y se encuentra con una sociedad que todo lo acaba. En honor a esta extraña especie, el grupo podría llamarse La cueva del bulmonet en vez de La Cueva del Alcaraván.
ResponderEliminar"Un humano dispuesto a mirarlo a la cara y que fuera tan valiente como para aceptar sus formas y su naturaleza". Esta criatura experimenta un anhelo básico y a la vez tan difícil de satisfacer.
ResponderEliminar¿Somos bulmonets, en el fondo?
Aristides Cajar Páez
Es un retrato de lo que solemos hacer. Negar, ignorar y, en el peor de los casos, destruir lo que nos parece extraño y diferente... Sin darnos la oportunidad de conocerlo. Me gusta la brevedad de este cuento.
ResponderEliminarAna
Me confieso desesperada como este Bulmonet por comunicarme, por hacer contacto con el torbellino social. A veces es que no entiendo los códigos o no entienden los míos. No es extraño que los malentenidos prosperen.
ResponderEliminarCuánto comprendo a ese tosco ser que sufría de soledad y que no le quedó otra opción que entregarse a la turba.
Arcia le da una lectura ambientalista, y, por si fuera poco, propone un cambio de nombre a la Cueva del Alcaravan. Creo que exagera, pero le agradezco su comentario y de Aristides y el de Ana.
ResponderEliminarMario
El Bulmonet es un criatura extraña en el mundo del incomprensible humano. Fue a buscar contacto al lugar equivado. Pobre animal!
ResponderEliminarA propósito. Esa propuesta de JDA está fuera de lugar, es mi opinión.
ResponderEliminarEl Bulmonet es un llamado de atención a la conciencia del lector, es un reproche, un grito de advertencia. Nos recuerda que a veces en la vida miramos solo lo superficial sin llegar a la esencia, nos recuerda que no vemos las consecuencias de los 'experimentos' (si fuera el caso) o lo que es peor: que por temor no estamos dispuestos a enfrentar lo que parece ser una amenaza. Nos recuerda también que hay que ver más allá de nuestro confort, y eso que ese ver 'más allá' solo es cuestión de fijarse en los alrededores de nuestras islas.
ResponderEliminarEl Bulmonet también habla de la forma como nos podemos sentir a veces: como extraños e incomprendidos en el mismo mundo en el que vivimos. Ese dolor al rechazo, al vernos distintos, nos hace reaccionar -en este caso- con la ira del que se deja llevar por la herida de la pasión sin tener en cuenta la razón.
Del Bulmonet se pueden sacar varias lecciones, moralejas, pero me quedo con una de las más valiosas: tu capacidad de transmitir emociones, realidades, a través de las letras.
Yo vi un pulponet. la primera vez fue en la tele anunciaron que habia un animal extrano, un pulpo enorme y albino en la playa en azuero. Fui corriendo hasta la arena y puedeo decir que tenia muchos tentaculos una emorme cabeza, parecia no tener ojos y era sobre todo muy blanco y blando, unos dijeron que podia ser un animal prehisorico de las profundidades desconocidas y misteriosas del oceano otros que un extraterreste cuya nave se precipito al mar. Su foto corrio por internet y fue planetaria. llegaron los cientificos del smithsonian expertos en vida marina y dieron el diagnostico irrefutable: "semen de balleno".
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